Muchas realidades se cuecen alrededor de las familias que tienen integrantes con discapacidad cognitiva: dificultades en el acceso a la educación, problemas con la atención médica, empleabilidad reducida o nula y en algunos casos, la necesidad de acompañamiento constante, que sin duda modifica la dinámica de vida de sus cuidadores.
Tal es el caso de Julia Ruiz, quien creó la fundación Cuidadores de Derechos a partir de la necesidad de mostrarle un mundo distinto a David, su hijo de 16 años, quien padece “Síndrome 15q11.2 de microdeleción” (una enfermedad huérfana y que puede generar discapacidades múltiples de orden cognitivo y psicomotriz), y quien requiere de cuidado la mayor parte del día. Por esta misma razón, su acceso a la educación ha sido difícil. La solidaridad con otras familias cuidadoras y la necesidad de crear espacios con actividades diferentes, les condujo a crear el proyecto ‘Pan’Cuidarte con Amor’.
David Jiménez Ruiz es la gran motivación de este proyecto. Julián (su padre), aprendió panadería gracias a programas públicos de capacitación, mientras que Julia y Jeimy (su madre y su hermana mayor), se formaron académicamente en atención y pedagogía enfocadas en personas con discapacidades. Julia afirma que es muy difícil que las discapacidades cognitivas tengan cabida en los contextos educativos y laborales tradicionales: “David está colgado (sic) todavía en su proceso educativo; la idea es que logre sacar adelante el nivel de bachillerato, pero no ha pasado del nivel de primaria debido a que los colegios no cuentan con oferta académica para estos casos y las instituciones privadas son muy costosas”.
Amasar los sueños con las manos
Motivados por las dificultades, juntos dieron a luz una oportunidad para David y otros jóvenes y adultos que, como él, necesitaban una forma de superar sus limitaciones, avanzar en sus procesos cognitivos y saborear una realidad distinta a la de la exclusión y los estigmas sociales. “Tuvimos que demoler la cocina del apartamento para adaptarla a las necesidades de la panadería. Antes trabajabamos con el horno casero y varias veces dejamos sin luz al edificio por estar en la tarea. Luego recibimos dos hornos especializados y ante la dificultad de conseguir un espacio más grande, por el costo, remodelamos nuestro apartamento para trabajar con los chicos y sus cuidadores. Lastimosamente, las chicas y chicos con discapacidad física se nos quedan por fuera, porque no hay acceso para sus sillas en el edificio”, relata Julia.
Y fue a través de la creación de delicias con sus propias manos y con la guía de esta segunda familia que, no solo hallaron una actividad para mejorar su calidad de vida; además, han demostrado que son superiores a sus condiciones, ya que el proceso productivo les ha acercado a la culinaria y al manejo de finanzas e incluso, les ha servido como terapia ocupacional para depender menos de los medicamentos.
“Hacer pan es bajarles el nivel de estrés y medicación de manera natural. El problema es que cuando no hay pedidos, no podemos financiar las actividades y ellos regresan a sus estados de tristeza y se ponen agresivos, por lo que hay que volver a medicarlos y se pierde mucho avance, porque en su letargo olvidan cosas que hay que volver a enseñarles. Afortunadamente, una vez retoman el ritmo hacen cosas deliciosas y se venden mucho. Ellos mismos cobran y ya saben diferenciar los valores y las denominaciones del dinero, además proponen dónde ir y a quiénes venderle”, puntualiza Julia, conmovida.
Disfruta de alimentos hechos con y por amor
Actualmente, ‘Pan’Cuidarte con Amor’ vende sus productos sobre pedido, además de contar con unos cuantos negocios a los que proveen esporádicamente, pero están en la capacidad de atender peticiones especiales y eventos de asistencia masiva. “Manejamos panadería, pastelería y empanadas, con procesos que cuidan la calidad de los insumos, los procesos de preparación y la frescura. Con cada producto demostramos que las chicas y chicos merecen una oportunidad y pueden ser autónomos y eventualmente, cuando faltemos los cuidadores, puedan desempeñarse en la vida con una bonita manera de sostenimiento. Lo único que pedimos es apoyo; que nos sigan comprando, que nos contraten y eventualmente, que podamos disponer de un espacio más grande para que nadie quede por fuera y todos podamos seguir creciendo juntos”, concluye Julián, padre de David y maestro panadero de la fundación.
El alcalde local de San Cristóbal, Juan Carlos Triana, celebró la disciplina que implica el proyecto productivo de la fundación e invitó a la comunidad local a apoyar a estos jóvenes en su emprendimiento. “Definitivamente, estos procesos nacidos de circunstancias adversas tienen un valor agregado y merecen visibilizarse. Desde la administración local estamos vinculando a la fundación al proyecto de presupuestos participativos, para que puedan obtener mayores recursos que les permitan seguir ayudando a nuestra población especial y de la misma manera, invitamos a que los contacten para brindarles oportunidades de desarrollo desde el ejercicio de la panadería y demás actividades productivas”, puntualizó el mandatario.