Era miércoles, 7 de agosto del año 2002, y el centro de Bogotá estaba particularmente atiborrado, para ser un día festivo. En el Congreso de la República, el entonces presidente electo de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, pronunciaba su discurso de posesión, pero sus palabras de júbilo fueron abruptamente interrumpidas por un estruendo, que hizo retumbar las paredes del capitolio. Era el sonido una explosión, que provenía de la tristemente recordada “Calle del Cartucho”.
Se trató de un ataque terrorista, atribuido a la guerrilla de las Farc. Esa día lanzaron 14 proyectiles, de 120 milímetros, denominados cohetes o “Rockets”, que impactaron en múltiples objetivos: cerca al recinto del Congreso, a la Casa de Nariño, a la zona comercial del barrio San Victorino y en aquella deprimente calle, donde generaciones de bogotanos se perdieron entre la drogadicción, la delincuencia y la miseria.